En el año 2005 llegó al Refugio un pequeño puma de solo un mes, que había nacido en cautiverio y necesitaba un hogar. Encontró en este lugar una familia compuesta por humanos, perros, gatos, loros, y muchos animales rescatados.
Durante los primeros años de su vida vivió libre, con caminatas diarias por el Santuario, bañándose en esteros y corriendo por los cerros, manteniendo una estrecha relación con los integrantes del Refugio, hasta que llegó el momento en que sus instintos salvajes fueron más fuertes y difíciles de controlar, por lo que fue necesario asignarlo a un espacio para vivir más aislado, un gran hogar financiado por Cascada de las Ánimas.
Hoy Huilo vive tranquilo junto a su compañero Maqui. Es un puma de edad avanzada, pero que se mantiene en muy buen estado gracias al cuidado que recibe.